¡Qué torpe es uno que, viendo cómo su casa está a punto de desmoronarse, en vez de repararla y reforzarla, se dedica a limpiar el jardín! ¡Qué necio es aquel otro que, sintiéndose enfermo, en vez de procurarse la salud, prefiere hacerse de las más ricas y fastuosas vestimentas!

Lo mismo hacemos nosotros con nuestra alma. Sabiendo que está llena de vicios, como la ira, la vanagloria, los malos deseos y otras cosas semejantes, no procuramos sanarla. Al contrario, ¿qué es lo que nos preocupa? Vivir cómodamente.

Si un oso salvaje escapa del jardín zoológico y deambula libremente por las calles, seguramente nos encerraremos en nuestras casas, para no encontrarnos con semejante fiera, porque podría despedazarnos con sus garras. No obstante, sabiendo que nuestra alma es acechada no por una, sino por un sinfin de fieras, nos hacemos los despreocupados.

(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Problemele vieții, Traducere de Cristian Spătărelu și Daniela Filioreanu, Editura Egumenița, p. 33)