Dar frutos en todo momento
Lo que corresponde es estar atentos en todo momento, porque no sabemos cuándo tendremos que dar cuentas.
Nuestro deber es dar frutos todo el tiempo, porque no sabemos cuándo tendremos que rendir cuentas de cada uno de nuestros actos. Y esto sucederá cuando Dios decida que tenemos que morir. Es decir, cuando Él disponga que debemos pasar por ese puente llamado “muerte” para llegar a la eternidad. Luego, Dios nos juzgará en ese mismo estado en el que nos encuentre al morir. Aquella higuera, aunque no era el tiempo de que tuviera frutos, es un ejemplo para todos nosotros, porque, justamente por no tener frutos en ese momento, Cristo la maldijo. Y no hace falta decir que Él no obró mal haciendo esto, porque era necesario que nos explicara que, sin frutos, encajamos exactamente en esa sentencia. Él tampoco quiso usar como ejemplo a ninguna persona. Los pecadores eran tantos, que podrían haberle hecho algo, con tal de demostrarle lo lejos que puede llegar el mal… Por eso fue que eligió algo que carecía de razón, de sentimientos, de voluntad, de alma. Optó por una planta, una higuera. E hizo lo que consideró oportuno para darnos ese ejemplo. Dicho lo anterior, lo que corresponde es estar atentos en todo momento, porque no sabemos cuándo tendremos que dar cuentas.
(Traducido de: Părintele Nicolae Tănase, Soțul ideal, soția ideală, Editura Anastasis, Sibiu 2012, p. 173)