Dar, a pesar de no tener mucho
“Sé que el Apóstol Pablo dice: “Dios ama al que da con alegría” (II Corintios 9, 7), pero a mí me cuesta dar o hacer algo por alguien...”
Padre, sé que el Apóstol Pablo dice: “Dios ama al que da con alegría” (II Corintios 9, 7), pero a mí me cuesta dar o hacer algo por alguien...
—Somos hijos de Dios y es nuestro deber hacer el bien, porque Él es todo amor. ¿Te acuerdas de la viuda que acogió al profeta Elías? ¡Aunque tenía otras creencias, había un gran amor en su interior! Cuando el profeta vino a pedirle pan, ella le rspondió: “Me quedan sólo un poco de aceite y un puñado de harina. Los comeremos con mis hijos, y después esperaremos la muerte”. No le dijo: “No tengo nada para darte”. Mas, cuando el profeta puso a prueba su buena voluntad y le pidió que hiciera algo de pan, primero parar él y después para los niños, la humilde mujer obedeció al instante. Si en su interior no hubiera existido el amor, seguramente habría pensado. “¡No le bastó con que le dijera que apenas tengo un poco de aceite y harina, ahora quiere que prepare primero una torta para él!”. Esa es la buena intención que debemos imitar. Pero nosotros, teniendo al alcance la Santa Escritura y tantos otros libros, ¿qué es lo que hacemos?
Tal es el valor de dar desde nuestra pobreza, sea algo espiritual o algo material. Supongamos que tienes tres almohadas. Si das las que te sobran, tu acción no tiene ningún valor. Pero, si das la que tienes bajo tu cabeza, tu acción sí que tiene valor, porque está hecha con sacrificio.
(Traducido de: Cuviosul Paisie Aghioritul, Patimi și virtuți, Ed. Evanghelismos, București, 2007, p. 220)