Palabras de espiritualidad

De cómo Dios dispuso que un padre y sus dos hijos sirvieran como monjes en el mismo monasterio

    • Foto: Valentina Birgaoanu

      Foto: Valentina Birgaoanu

¡Le ruego que me perdone, como un pecador que soy, por todo aquello en lo que pude haberle fallado, y le suplico que me bendiga, porque hoy debo presentarme ante el Juicio de Cristo! ¡No olvide pedir siempre por mí en sus oraciones!”.

Hiero-esquema-monje Sabas Popescu, del Monasterio Stânişoara de Argeş (1830 - 1904)

Este venerable padre fue una vasija elegida de nuestro monaquismo, superando a muchos con su esfuerzo, su silencio, su serenidad y con su práctica de la oración con la mente.

El padre Sabas (Esteban) fue el hijo mayor del padre Nicolás Popescu, de Bucşeneşti (Argeş, Rumanía), en la región de Loviştea. Fue su padre quien le inscribió en el Seminario Teológico de Râmnicu-Vâlcea, pensando en hacerle sacerdote y legarle su lugar. Pero, el joven Esteban, siendo llamado por Dios a la obediencia monacal, luego de dos años abandonó el Seminario y se encaminó al Monasterio Stânişoara. En el siglo XIX, este monasterio era el cenobio más insigne de todo el país: un refugio apartado del mundo, casi sin vías de acceso y con una regla de vida athonita, en donde no se permitía la entrada a las mujeres. Buscando la paz y los preceptos de este monasterio, no eran pocos los monjes que venían hasta aquí para esmerarse en la virtud.

Así fue como, en 1850, el joven Esteban vino a incorporarse a la comunidad de este monasterio. Luego de tres años de obediencia, fue tonsurado como monje, recibiendo el nombre de San Sabas el Santificado. Más tarde, observando el stárets su equilibrio y devoción, le ordenó diácono y sacerdote en la comunidad del monasterio. Día y noche estaba en la iglesia, oficiando con devoción, cantando bellamente, hablando poco con las personas y permanentemente con Dios. Jamás recibía a nadie en su celda. Allí, como en una iglesia en misterio, oraba sin cesar, llorando con lágrimas silenciosas, haciendo incontables postraciones y velando durante toda la noche, para gozarse de las alegrías del Espíritu Santo.

Al oir hablar de las virtudes de su hijo, el padre Nicolás Popescu decidió ingresar también al monasterio, siendo tonsurado con el nombre de Nifón. Años después, también su hijo mejor, dejando el Seminario Teológico, se hizo monje en Stânişoara, recibiendo el nombre de Atanasio. Así fue como Dios dispuso que el padre Nifón viniera a esforzarse en la vida monacal al lado de sus hijos Sabas y Atanasio, durante más de 30 años, glorificando Su Nombre y orando por los demás.

A petición del Santo Jerarca Calínico, el hieromonje Sabas partió, en 1863, a ayudar en la organización del Monasterio Frăsinei. Como padre espiritual de este monasterio, en cosa de 4 años logró juntar a su alrededor hasta 20 discípulos, estableciendo los cimientos de la vida comunitaria, bajo las directrices del tipikon del Monte Athos. Después volvió a su monasterio original. Luego de algunos años, el hieromonje Sabas fue nombrado stárets del Monasterio Turnu, mismo que dirigió con la misma mansedumbre y sabiduría durante 4 años. Luego, dejando otro stárets en su lugar, regresó a la beata tranquilidad de Stânişoara.

En 1890, el hieromonje Nifón partió a la morada celestial cuando tenía 90 años. En 1895, el venerable Sabas fue nombrado stárets de Stânişoara. Pero, por su humildad y amor por la quietud, al poco tiempo renunció a su cargo, eligiendo retirarse al silencio y la oración sin cesar. Sin embargo, por su mansedumbre y diligencia, toda la comunidad le amaba y le tenía como padre espiritual. También le buscaban laicos necesitados de consejo y consuelo.

Ya anciano, el padre Sabas vivió sus últimos años en ayuno y oración, bajo los cuidados de su hermano Atanasio. Y, sintiendo que se acercaba su final, recibió los Santísimos Dones y después llamó al stárets del monasterio a su celda, para decirle;

Padre stárets, mi fin está cerca... ¡Le ruego que me perdone, como un pecador que soy, por todo aquello en lo que pude haberle fallado, y le suplico que me bendiga, porque hoy debo presentarme ante el Juicio de Cristo! ¡No olvide pedir siempre por mí en sus oraciones!

Después, dándose un último beso y llorando el uno en el hombro del otro, le dijo a su hermano:

Padre Atanasio, me voy con el Señor para dar cuentas de mis actos. Que mi nombre sea siempre recordado en los oficios de la iglesia y que mi cuerpo sea enterrado al lado del de nuestro padre, para que también en la eternidad estemos juntos, como lo estuvimos aquí en la tierra. ¡Enciende una candela en el cirial y vete a tu celda a orar por mí!

Luego de una hora, el esquema-monje Atanasio regresó y encontró al venerable Sabas descansando en el Señor, con la candela aún encendida a su lado. Posteriormente, oficiándose las letanías como está dispuesto, lo enterraron a un lado del altar de la iglesia, junto al hieromonje Nifón.

(Traducido de: Arhimandrit Ioanichie BălanPatericul românesc, Editura Mănăstirea Sihăstria, pp. 489 - 490)