De cómo el maligno juega con los más inexpertos en lo espiritual
“En el comedor de todo monasterio hay siempre un perro, el cual intenta robarse un trozo de pan, es decir, el alma, y después huye con su presa en el hocico, para devorarlo en un lugar solitario”.
Hablando del hesicasmo, San Juan Climaco dice: “En el comedor de todo monasterio hay siempre un perro, el cual intenta robarse un trozo de pan, es decir, el alma, y después huye con su presa en el hocico, para devorarlo en un lugar solitario”.
Sobre la obediencia, dice San Juan Climaco: “A aquellos que realizan trabajos de obediencia, el demonio les siembra el deseo de poseer ciertas virtudes extraordinarias, y a los ascetas los insta a realizar sacrificios a cuál más severo. Examina la mente de los más inexpertos en la obediencia y encontrarás allí muchos pensamientos de autoengaño: encontrarás allí el deseo de la soledad y el ayuno sin medida, de una oración pletórica de concentración, de la más perfecta ausencia de vanagloria, de una incesante memoria de los difuntos, de una permanente compunción del corazón, de un comportamiento impecable, de un silencio insondable, de una pureza total.
Así, engañándose a sí mismos, muchos de ellos han abandonado su comunidad monacal para vivir en lo solitario, sin poseer, como principiantes, las virtudes mencionadas con anterioridad, por disposición de Dios. El demonio les ha enseñado a buscar esas virtudes antes de tiempo, para que no las reciban cuando sea el momento propicio para ello. El demonio exalta, ante los que buscan el sosiego, el amor al prójimo de los obedientes, su empeño, su amor fraterno, su convivencia y el cuidado que prodigan a los enfermos, para que también estos pierdan la paciencia, como los primeros”.
(Traducido de: Despre înșelare, Editura Egumenița, 2010, p. 20)