De cómo la contrición conduce a la fe
La fe sostiene las obras, y las obras perfeccionan la fe: porque mientras el hombre no cumple aquello en lo que ha creído, la fe no es fe verdadera.
El camino hacia la fe es la contrición. ¿Qué dicen los hombres que se arrepienten? “He pecado, lo reconozco. No volveré a hacerlo; desde ahora viviré según los mandamientos”. Puesto que la penitencia no cesa con la recepción de la fe, sino que, uniéndose a ella, permanece hasta el fin, resulta que también esta decisión —la de vivir conforme a los mandamientos— sigue vigente después de haber recibido la fe.
Por eso, el creyente, si ha llegado a la fe por el camino correcto —es decir, por el camino de la contrición—, es un celoso cumplidor de los mandamientos y practicante de las buenas obras. La fe le da el impulso más fuerte para hacerlo; y la misma fe le otorga, por medio de los sacramentos, las fuerzas de la Gracia necesarias. De este modo, la fe sostiene las obras, y las obras perfeccionan la fe: porque mientras el hombre no cumple aquello en lo que ha creído, la fe no es fe verdadera.
(Traducido de: Sfântul Teofan Zăvorâtul, Tâlcuiri din Sfânta Scriptură pentru fiecare zi din an, Editura Sophia, București, 1999, pp. 11-12)
