Palabras de espiritualidad

De cómo mantenernos en paz en nuestro ambiente de trabajo

  • Foto: Stefan Cojocariu

    Foto: Stefan Cojocariu

¡Qué importante es, ante Dios, orar por aquellos que te ofenden y te entristecen! Viendo esto, el Señor te dará Su Gracia y podrás conocerlo a Él, en el Espíritu Santo.

¿Cómo puede cuidar su alma un jefe, un superior, cuando sus subordinados son unos díscolos?

—Estamos hablando de algo realmente difícil y triste para quien ejerce un cargo así. Luego, para conservar la paz de su alma, dicha persona tiene que recordar que, aunque sus subordinados sean insumisos, el Señor los ama y murió en la Cruz por su salvación. Por eso, tiene que orar de corazón por cada uno de ellos, y el Señor le ayudará y le hará conocer, por su propia experiencia, cómo la mente que ora puede presentarse ante Dios, porque es capaz de amar. Y aunque seas un pecador, el Señor te concederá probar los frutos de la oración, y si adquieres el hábito de orar por tus subordinados, en tu alma habrá una gran paz y amor al prójimo.

En el caso opuesto, ¿cómo puede conservar la paz del alma un subordinado, cuando su jefe es una persona áspera y con tendencia a tratar mal a quienes dependen de él?

—El hombre arisco vive atormentado por el espíritu del mal. Y sufre, debido a su orgullo. El subordinado, sea quien sea, tiene que saber esto y orar por la atormentada alma de su jefe. Entonces, el Señor, viendo su paciencia, le dará el perdón de sus pecados y una oración que no cesa. ¡Qué importante es, ante Dios, orar por aquellos que te ofenden y te entristecen! Viendo esto, el Señor te dará Su Gracia y podrás conocerlo a Él, en el Espíritu Santo. Entonces serás capaz de soportar con alegría todas las tristezas por el Señor, y Él te concederá amar al mundo entero. Con esto, desearás fervientemente el bien de todos tus semejantes, y podrás orar por todos como por una sola alma.

(Traducido de: Cuviosul Siluan Athonitul, Între iadul deznădejdii şi iadul smereniei, Editura Deisis, 1996, p. 42)