¿De dónde viene el miedo a revelar nuestros pecados al confesor?
Con el Señor todo es sencillo. Siendo tan bueno, te perdona. ¡No importa cuántas veces caigas o sigas cayendo.
De nuestra falta de humildad. Por eso, debes reconocer tus faltas, sobre todo cuando sabes que no sólo por nuestros pensamientos, sino que también por los restos de cada pensamiento Dios nos pedirá cuentas. Aún ese primer atisbo de pensamiento maligno, que no es llevado a la práctica, es evidente para Dios. Él sabe que hubieras querido seguir pensando mal. Por eso, si tú, como persona, te consideras culpable y lo revelas a tu confesor —aunque éste te parezca un poco anticuado— Dios te ha perdonado, porque te humillaste. ¿Lo has visto? Dios dice “También tus pensamientos y lo que queda de ellos son conocidos para Mí”. Incluso esos brotes que no llegaron a madurar. ¿Ves que cosa tan importante y espiritual?
Pero, con el Señor todo es sencillo. Siendo tan bueno, te perdona. ¡No importa cuántas veces caigas o sigas cayendo, levántate, rectificando! Si caes setenta veces siente, regresa, que Dios te abrazará y te llevará al rebaño de Sus ovejas. Lo más terrible es permanecer indiferentes. Es una forma de desconfianza y de falta de fe en Dios.
(Traducido de: Stareţul Dionisie – Duhovnicul de la Sfântul Munte Athos, Editura Prodromos, 2009, p. 191)