De la castidad del monje y las tentaciones del mundo
No permitas que tu mente se entretenga con pensamientos impuros y deshonrosos, para que corazón no se una a ellos.
No permitas que tu mente se entretenga con pensamientos impuros y deshonrosos, para que corazón no se una a ellos.
Mientras más tiempo permanezca en tu mente el rostro de una mujer, más crecerá el deseo que viene con la imaginación.
No hables con mujeres impías, porque esa conversación es una trampa que puede llevarte a la perdición.
Es mejor acercarte al fuego que quema, que a la mujer joven e irreverente, porque esa cercanía es un veneno mortal.
Que la belleza de la mujer no te embelese, porque es algo que te puede hacer caer más hondo que las olas del mar.
No te detengas a conversar con una mujer de vida licenciosa, no sea que se encienda en ti el fuego del deseo.
Tal como una chispa, al caer entre la paja, puede encender una llama de grandes proporciones, el recuerdo de la mujer, cuando es guardado por un largo tiempo en la cabeza, termina encendiendo el deseo.
(Traducido de: Patericul Lavrei Sfântului Sava, Editura Egumenița, 2010, p. 144)