Palabras de espiritualidad

De la función y la responsabilidad del confesor

    • Foto: Oana Nechifor

      Foto: Oana Nechifor

La orientación espiritual de cada alma es tarea del confesor y no se hace con guías generales o “recetas”, sino con formas particulares de educación, en función de la constitución espiritual, las necesidades y las fuerzas del que se confiesa.

El padre espiritual es un preceptor en el trabajo de la salvación de nuestra alma. Él rendirá cuentas ante Dios, en el Día del Juicio, por el cuidado dedicado a cada uno de sus hijos espirituales, por los cuales se sacrificó con oraciones, consejos y trabajo, para librarlos del pecado, para iluminarles la conciencia, para cultivar en ellos el amor a Dios y el fervor por la lucha espiritual, animándolos en sus decepciones y en las amarguras de la lucha contra las pasiones, para hacerlos herederos del Reino de Dios.

La orientación espiritual de cada alma es tarea del confesor y no se hace con guías generales o “recetas”, sino con formas particulares de educación, en función de la constitución espiritual, las necesidades y las fuerzas del que se confiesa.

Con el Sacramento de la Confesión, Cristo nos ofrece, de modo real —no teórica, simbólica o afectivamente— el perdón de nuestros pecados. Con esto, el alma siente de forma tangible que sale de la culpabilidad, y que se libra del peso y la amargura de sus faltas. Con Su amor paternal, Dios libra de toda turbación o duda en relación con el perdón de sus pecados, a los fieles que se arrepienten y se confiesan. Ya que han sido perdonados por el Espíritu Santo, por medio del confesor, esos pecados quedan borrados para siempre. 

(Traducido de: Arhimandritul Atanasie Anastasiou, Spovedania ‒ Îndrumar