De la humildad de un higúmeno
El humilde higúmeno reaccionó con serenidad y le dijo al iracundo monje: “Adelante, hermano, golpea”. Admirado por la humildad de su superior, el monje se dio la vuelta y salió apresurado del lugar.
En cierta ocasión, un monje rasóforo del Monasterio Óptina, hombre de carácter difícil, entró a la celda del higúmeno y, además de hablarle groseramente, en un momento dado alzó la mano con la intención abofetearlo. El humilde higúmeno reaccionó con serenidad y le dijo al iracundo monje: “Adelante, hermano, golpea”. Admirado por la humildad de su superior, el monje se dio la vuelta y salió apresurado del lugar.
Otro ejemplo. Un monje muy culto, quien antes de entrar al monasterio había cursado importantes estudios en la universidad y al cual le costaba arraigarse en un solo lugar, vino a buscar al higúmeno Isaaquio, y empezó a hablarle con altivez y descaro Al terminar, agregó: “Bien. Eres higúmeno, sí, pero no eres muy ágil de mente”. El padre Isaaquio escuchó impasible las insolentes palabras del monje. Luego de un instante, con una sonrisa, respondió: “Tú eres ágil de mente, pero no eres higúmeno”.
(Traducido de: Stareţul Isaachie I de la Optina, Traducere din limba rusă de pr. Prof. Teoctist Caia, Editura Doxologia, Iaşi, 2013, pp. 53-54)