De la oración y las tentaciones del cristiano
El creyente que ora debe evitar caer en el amor propio y la vanagloria, con los que el demonio intenta seducir al que se esfuerza en la virtud.
Muchas son las tentaciones del hombre que no ora, porque la casa de su alma está vacía. Sin embargo, también son muchas las tentaciones que debe enfrentar el hombre cuando está en oración.
Porque, cuando el hombre ora con todas sus fuerzas, siente el violento asalto del recuerdo de algún pecado cometido, el cual le inflama la mente, el corazón y los sentidos... Y al no encontrar una escapatoria en ese momento, cae en la desesperanza por causa del demonio.
Pero si se levanta con esperanza en la misericordia de Dios, vence con Su poder. Y si por un instante soporta con brío y persevera en la oración, triunfa, y su esfuerzo se convierte en fuente de gran alegría y provecho espiritual.
Solo debe evitar caer en el amor propio y la vanagloria, con los que el demonio intenta seducir al que se esfuerza en la virtud.
(Traducido de: Jean-Claude Larchet, Ține candela inimii aprinsă. Învățătura părintelui Serghie, Ed. Sophia, București, 2007, p. 135)