De las semejanzas entre el médico y el confesor
El padre espiritual debe entender, observar y analizar el alma del individuo, para explicarle su estado y ofrecerle los medios adecuados para sanar.
Con mucha frecuencia, los Santos Padres afirman que sobrea el hombre actúan el demonio del desenfreno, el de la ebriedad y el de la gula. A menudo, ellos (los Santos Padres) no consideran necesario especificar en dónde radica pasión y en dónde está el demonio, porque es como si fueran la misma cosa. La pasión es una cosa diabólica. Los hombres sometidos por los demonios son llamados “endemoniados”.
A veces es posible echar los demonios. Este siempre ha sido un atributo de los padres con una vida santificada.
La doctrina ortodoxa sobre la vida espiritual y las pasiones, demuestra que cada persona que se somete a determinadas pasiones es “poseída” —en cierta medida— por los demonios. Pero esto es algo que puede variar. Si la pasión hace su nido en el corazón del hombre y lo obliga a sometérsele, es que este se halla bajo su control. Con esto, el hombre deja de ser dueño de sí mismo, porque pasa a cumplir fielmente la voluntad de los demonios. ¡Sólo imaginémonos lo atroz que puede ser ese camino a la muerte espiritual! En tales casos, el padre espiritual debe actuar como un médico, ayudando al individuo a que sea consciente de sus pasiones y a que aprenda a luchar contra ellas, convenciéndolo de la necesidad de esta lid. Cuando el médico observa la palidez en el rostro de su paciente, le dice: “Es necesario que hagamos algunos exámenes. Es posible que usted tenga tuberculosis”, y a otro: “Vamos a ver si no hay algún problema con su hígado; podría tratarse de alguna piedrecilla en la vesícula”. Del mismo modo, el padre espiritual debe entender, observar y analizar el alma del individuo, para explicarle su estado y ofrecerle los medios adecuados para sanar. ¡Esta es la obligación del sacerdote!
(Traducido de: Protoiereul Vladimir Vorobiev, Duhovnicul și ucenicul, Editura Sophia, București, 2009, p. 27)