¿De qué está hecha nuestra esperanza?
Si viviéramos en oración y nos mantuviéramos con la mente dirigida a Dios, no serían los hombres quienes nos alimentaran, sino los ángeles y los serafines del Cielo.
La más breve definición de la esperanza es: “Esperar, con toda confianza, las bondades prometidas por Dios”. El hombre que espera en Dios es amado por Él (Salmos 146, 11), y quien espera en el hombre, de hecho, pone su esperanza en lo insustancial.
Pero nosotros ponemos nuestra esperanza solamente en nuestras propias capacidades y destrezas. Si tuviéramos la parte de María en nuestra vida, si permaneciéramos a los pies del Señor como la Santísima Virgen María en el Santo de los Santos, si viviéramos en oración y nos mantuviéramos con la mente dirigida a Dios, no serían los hombres quienes nos alimentaran, sino los ángeles y los serafines del Cielo.
(Traducido de: Arhimandritul Cleopa Ilie, Îndrumări duhovnicești pentru vremelnicie și veșnicie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 164)