De un hombre que antepuso su amor por Dios a cualquier otra cosa
La riqueza no hizo mella en el corazón de Job ni lo llevó a apartarse de Dios. ¿Por qué? Porque lo amaba aún más fuertemente que a cualquier cosa material.
El maligno dijo: “Vengo de recorrer la tierra y de pasearme por ella”. ¿Y qué le preguntó Dios? “¿Has reparado en mi siervo Job? No hay nadie en la tierra como él, hombre recto, íntegro, temeroso de Dios y apartado del mal”. Luego, cuando quien dice esas palabras es Aquel que creó cielos y tierra, Aquel que conoce los corazones de todos, cuando Él elogia a alguien, ¿quién podría oponérsele? “No hay nadie en la tierra como él, hombre temeroso de Dios e íntegro ante Mí”. ¿Entienden esas palabras? Y no es que Job fuera pobre o enfrentara grandes tribulaciones: era un hombre que llevaba una vida holgada. ¿Qué dice la Escritura? Que era muy rico, el más rico de todos los hijos de Oriente. Pero esa riqueza no hizo mella en su corazón ni lo llevó a apartarse de Dios. ¿Por qué? Porque lo amaba aún más fuertemente que a cualquier fortuna. Nada de esas cosas materiales valía más para Él que su relación con Dios. Todo esto nos lo enseña la historia de Job.
(Traducido de: Arhimandritul Ioanichie Bălan, Ne vorbește Părintele Cleopa - Vol. I, Editura Episcopiei Romanului și Hușului, Roman, 1995, pg. 5)