Palabras de espiritualidad

“Debemos convencer a Dios de que somos Suyos”

  • Foto: Adrian Sarbu

    Foto: Adrian Sarbu

Si queremos seguir a Cristo y conocer a totus Christus, al Cristo entero, debemos aprender este camino de Cristo, el del “descenso”. Sólo esta senda nos da la posibilidad de convencerlo de que somos Suyos.

Padre, usted ha utilizado una frase muy interesante, diciendo que el hombre “debe convencer a Dios de que es Suyo”, es decir, que le pertenece, lo cual me parece muy interesante. ¿Cómo podemos hacer esto? ¿Como lo hicieron San Siluano o el stárets Sofronio? ¿Cómo podemos convencer a Dios? ¿Qué debemos hacer?

—En la versión en inglés de su libro, San Siluano habla de un “amor elegido”, que en ruso es llamado “la gran ciencia”, es decir, la ciencia que debes aprender para postrarte ante Dios, porque todos los dones del Espíritu Santo vinieron con el descenso del Señor. Esto es lo que leemos en la Carta a los Efesios: “Subiendo a la altura, llevó cautivos y dio dones a los hombres" (Efesios 4, 8). Y agrega el Apóstol, con admiración: “¿Qué quiere decir «subió» sino que también bajó a las regiones inferiores de la tierra?” (Efesios 4, 9). Por eso, si queremos seguir a Cristo y conocer a totus Christus, al Cristo entero, debemos aprender este camino de Cristo, el del “descenso”. Sólo esta senda nos da la posibilidad de convencerlo de que somos Suyos.

¿La renuncia a uno mismo es parte de ese camino?

—Sí, y esa negación a uno mismo, como dije antes, viene por medio de la contrición.

¿Es este un acto de mi propia voluntad o algo que Dios obra antes de hacer Su entrada?

—Creo que siempre se trata de un encuentro entre ambas situaciones. Pero, ya que Dios desea siempre darnos todo lo que tiene Él, depende de nosotros responder a Su voluntad, a Sus anhelos, y, recibiendo Su cruz, convencerlo de que somos Suyos. Recordemos que nuestro Dios es un Dios “difícil de contentar” y por eso muchos se apartan de Él. Es “difícil de contentar”, porque Él ha preparado algo muy grande para nosotros y quiere darnos todo; pero ¿cómo podría confiarnos todo el Cielo, toda la eternidad, antes de ser pustos a prueba? Para recibir algo muy grande, antes debemos ser puestos a prueba. En la vida ordinaria, por ejemplo, debemos demostrar que somos dignos de recibir algo, como una determinada promoción o un ascenso. Entonces ¿cuánto más debemos mostrarnos dignos, si lo que queremos es recibir la vida verdadera? Y esto, no porque Dios sea avaro o malo, sino porque Él no quierae darnos la vida divina, para que luego nosotros arrojemos “a los perros lo que es santo (Mateo 7, 6), causándonos un vacío aún mayor. Dios hace todo por amor a nosotros. Él ha preparado algo inmensamente grande para nosotros. Él nos hizo a Su imagen y semejanza, dándonos la posibilidad de recibir la revelación que habría de venir al final de los tiempos, por medio de Su Hijo.

(Traducido de: Arhimandritul Zaharia (Zaharou), Lărgiţi şi voi inimile voastre, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2009; pp. 83-84)