Declaración de amor por tu esposa
Sean buenos y mansos con todos, sobre todo con sus esposas. Esfuércense en alejar cualquier motivo de tristeza y en conseguir que en sus casas haya sólo paz y sosiego. De esta manera, sus esposas les dedicarán todo su esmero y ustedes podrán refugiarse en ellas al terminar el día con sus afanes, encontrando el consuelo esperado.
Dile a tu joven esposa, con la voz más suave del mundo, “Te he tomado, amada, como compañera de mi vida, te he llamado para compartir conmigo los trabajos más honrosos y necesarios, como procrear hijos y fundar una familia. ¿Qué puedo pedirte, entonces?”.
Antes de continuar, háblale de tu amor, porque no hay nada mejor, para ser escuchado, que explicar que tu inspiración es un amor muy fuerte. ¿Y cómo le demostrarás ese amor? Le dirás:
“Hubiera podido casarme con otra mujer, acaudalada y socialmente bien posicionada, pero no elegí a alguien así. Me enamoré de ti, de tu forma de ser, de tu honestidad, de tu dulzura y equilibrio... ¿Y por qué? No sin razón, porque sé que la riqueza no es un bien en sí mismo. Por eso fue que no la quise a ella y te busqué a ti, ya que no cambiaría tu alma tan llena de virtudes por nada del mundo. Una joven inteligente y con un corazón especial, sobre todo si es misericordiosa, vale más que todos los tesoros del mundo. Por eso te elegí, por eso te amo y te aprecio más que a mi vida misma. La existencia de este mundo no es nada; por eso rezo y trabajo para que seamos dignos de vivir de tal forma, que en la vida futura sigamos estando juntos, sin temor a nada. Esta vida es breve —la muerte viene pronto y pone final a todo—, pero si somos capaces de hacerla agradable a Dios, viviremos en la eternidad con Cristo, juntos, en una perfecta felicidad. Tu amor es lo más importante para mí y nada me resultaría más difícil y agobiante que discutir contigo, alguna vez. Si tuviera que perderlo todo y quedarme el más pobre de los hombres, si tuviera que enfrentar los peores pesares y sufrimientos, sería capaz hacerlo, con tal de hacer feliz tu amor. La llegada de nuestros hijos llenará todos mis deseos, señal de tu amor por mí. Espero que también tú sientas lo mismo…”.
Si hace bien, elógiala y admírala; si llegara a aparecer algún problema, aconséjala y guíala. Rechaza todo lujo y riqueza, enseñándole que los mejores adornos son el honor y el pudor. Instrúyela constantemente. Oren juntos, asistan a la iglesia. Si no pueden ir juntos, hablen, más tarde, de lo que se leyó y se predicó allí.
No la molestes; trátala con delicadeza, con buena fe. Atiéndela y verás cómo no necesita que otros la cortejen. Pon a tu esposa en el lugar más alto, desde todo punto de vista: belleza, inteligencia, etc., y encómiala. Verás cómo no necesitará llamar la atención de los demás; al contrario, rechazar rotundamente a quien ose galantearla. Enséñale a temer a Dios. Todo lo demás brotará como de un manantial y tu hogar será una fuente de bondades…
Sé bueno y manso con todos, sobre todo con tu esposa. Esfuérzate en alejar cualquier motivo de tristeza y en conseguir que en tu casas haya sólo paz y sosiego. De esta manera, tu esposa te dedicará todo su esmero y podrás refugiarse en ella al terminar el día con sus afanes, encontrando el consuelo esperado.
(Traducido de: Sfântul Ioan Gură de Aur, Cateheze maritale)