Palabras de espiritualidad

Dejar de confiar de nosotros mismos, para empezar a confiar en Dios y en nuestro padre espiritual

  • Foto: Doxologia

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La lógica propia de la vida diaria y de nuestra mente no es suficiente. Dios se aparta de aquel que confía excesivamente en su propia razón.

Todos llevamos en nuestro interior el pecado ancestral, el veneno de la primera tentación de Adán en el Paraíso —“Serás como Dios”—, pero la obediencia nos puede librar de él.

Todo depende de nuestra relación con Dios. Si confiamos en Su Providencia, nos sentiremos seguros obedeciendo las disposiciones de nuestro confesor. La lógica propia de la vida diaria y de nuestra mente no es suficiente. Dios se aparta de aquel que confía excesivamente en su propia razón. No importa si, aparentemente, el consejo recibido (de nuestro padre espiritual) va en contra del sentido común: si estamos dispuestos a respetarlo y cumplirlo, si confiamos plemanente en Él, Dios, como siempre, terminará haciendo que todo adquiera un sentido positivo. El misterio de la obediencia es una de las realidades más importantes en el camino a la salvación.

¡Que Dios nos cuide siempre! ¡Procuremos mantener siempre una actitud correcta! Desde afuera es casi imposible ver algo; es una vida que no tiene nada de extraordinario. Pero, por dentro, gracias a nuestra obediencia, nos hallamos en un estado de permanente tensión. Así tendría que ser el cristiano: un “cable” de alta tensión, sobre el cual hasta un inocente pajarillo puede venir a descansar, sin que esto represente algún peligro para él, pero en cuyo interior fluye una energía que podría hacer que el mundo entero explote. Así es como lograremos entrar al Reino eterno de Cristo.

Con el pequeño sacrificio de la obediencia, el hombre entra a la eternidad de Dios.

(Traducido de: Arhimandritul SofronieDin viață și din Duh, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2014, pp. 41-42)