Palabras de espiritualidad

Del amor a Dios y al prójimo

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Cada uno puede, desde su lugar, amar a Dios y hacerse agradable a Él, y esto es lo más importante.

Todos sufrimos en esta tierra y pedimos libertad, pero pocos saben qué es la libertad y en dónde encontrarla. De igual forma, también yo quiero la libertad, y la busco día y noche. He descubierto que se halla al lado de Dios, y Él se las da a quienes tienen un corazón humilde, a quienes se han arrepentido y han anulado su voluntad ante el Señor. Dios da paz y la libertad de amarle a aquel que se arrepiente, porque no hay nada más precioso en este mundo que el amor a Dios y al prójimo. Es aquí donde el alma encuentra su paz y su alegría.

Mi corazón se lamenta y ora con lágrimas para que todo eso sea posible, para que todos se arrepientan y conozcan a Dios, para que todos pidan con amor y gusten de la libertad de Dios. ¡Oh, hermanos, oremos y lloremos por nuestros pecados, para que Dios nos perdone! Ahí donde hay el perdón de los pecados, también está la libertad de la conciencia y el amor, aún en una menor medida.

El Señor nos ordenó amarnos los unos a los otros. Esta es la verdadera libertad: el amor a Dios y al prójimo. Aquí se encuentran la libertad y la igualdad. En el orden del mundo es imposible que haya igualdad; sin embargo, nada de esto es importante para el alma. No todos pueden llegar a ser una autoridad, un patriarca, un higúmeno o un director. Cada uno puede, desde su lugar, amar a Dios y hacerse agradable a Él, y esto es lo más importante. Y aquellos que amen más a Dios en este mundo tendrán una gloria más grande en el Reino de los Cielos y estarán cerca del Señor. Cada uno lo glorificará, según haya sido la medida de su amor.

(Traducido de: Glasul Sfinților Părinți, traducere de Părintele Victor Mihalache, Editura Egumenița, 2008, pp. 335-336)