Del modo en que Dios se nos revela
Tal como en la vida de cada uno de nosotros, Dios se nos muestra poco a poco, así también, en la historia de la humanidad —tal como es relatada en la Biblia—, Dios se revela gradualmente y de distintas maneras.
Nuestra vida personal se halla íntimamente relacionada con nuestra idea del mundo y de Dios. Y nuestra oración, especialmente en sus últimos niveles, requiere del conocimiento más cercano de la verdadera naturaleza de la Existencia.
“Amados hermanos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es” (I Juan 3, 2). Asimismo, sabemos que por sí misma, nuestra mente no puede ir más allá de un postulado, no puede alcanzar el conocimiento que busca. Dios debe revelársele al hombre. Tal como en la vida de cada uno de nosotros, Dios se nos muestra poco a poco, así también, en la historia de la humanidad —tal como es relatada en la Biblia—, Dios se revela gradualmente y de distintas maneras.
La primera referencia a la invocación del Nombre de Dios no es muy explícita: ‟También a Set le nació un hijo, al que puso por nombre Enós. Este fue el primero en invocar el nombre de Dios el Señor” (Génesis 4, 26).
(Traducido de: Arhimandritul Sofronie, Rugăciunea – experiența vieții veșnice, Editura Deisis, Sibiu, 2001, p. 119)