Del tiempo para la maduración espiritual
Las personas siempre encontrarán algo para frenar tu alegría y demostrarte que, aunque te sientas bien y te parezca que haces todo correctamente, hay algo que no está precisamente bien contigo.
La mediocridad consiste en apresurar tu maduración con toda clase de lámparas y rayos ultravioleta, para dar frutos lo antes posible. Esta tentación, la de intentar acortar el tiempo de nuestra maduración espiritual, profesional o vocacional, si se quiere, es una que nos acecha a todos.
Cuando eres un sacerdote joven, los feligreses tratan de atraer tu atención: “¡Es usted un buen padre! ¡Es un buen muchacho, aunque le falta la experiencia que da la edad!”. Pero, si el sacerdote es mayor, “Parece que nuestro cura ya está demasiado viejo”. ¡Ni lo uno ni lo otro!
Las personas siempre encontrarán algo para frenar tu alegría y demostrarte que, aunque te sientas bien y te parezca que haces todo correctamente, hay algo que no está precisamente bien contigo.
(Traducido de: Părintele Constantin Necula, Cum să ieșim din mediocritate, Editura Agnos, Sibiu, 2014, pp. 10-11)