Si la conciencia del hombre no se ha perdido, no le dejará en paz hasta que confiese todo minuciosamente. Sólo que no es necesario que confiese todos los detalles innecesarios (de sus pecados), esos que no explican la esencia de las cosas. Lo importante es bosquejarlos. Los Santos Padres aconsejan no aceptar una descripción detallada del pecado (en la Confesión), que no es ajena al deleite con el recuerdo del mismo, sobre todo cuando se trata del desenfreno. ¿Cuál es la razón de esto? Evitar que el corazón, que sigue amando el pecado, se dilate embelesándose con este.

(Traducido de: Starețul Nicon de la Optina,  Ne vorbesc stareții de la Optina, Editura Egumenița, p. 73)