Detrás de cada pena se esconde una bendición
El dolor es algo malo, pero detrás de él, detrás de cada sufrimiento, de cada prueba, se esconde una bendición de Dios, un renacimiento, una re-creación del hombre, de la familia. La mayoría de personas le deben al dolor haber vuelto a Dios. Detrás de cada prueba está la voluntad de Dios y es normal que, mientras atravesamos esa pena, no podemos ver su utilidad, sino con el pasar del tiempo. ¡Tenemos muchísimos ejemplos de ello!
El hombre es, por naturaleza, incapaz de vivir sin dolor y sufrimiento. Esos dos estados le acompañarán siempre, inexorablemente. ¿Quién no ha sentido dolor y quién no ha llorado? Desde su mismo nacimiento, el hombre comienza a respirar, entre llantos, el aire de la vida en este mundo. ¡Y también entre llantos deja de vivir! Ocurre con los moribundos, que cuando el alma está por salir, una pequeña lágrima suele brotar de sus ojos. Recordemos también que lloran no sólo los adultos, sino también los niños.
El dolor es algo malo, pero detrás de él, detrás de cada sufrimiento, de cada prueba, se esconde una bendición de Dios, un renacimiento, una re-creación del hombre, de la familia. La mayoría de personas le deben al dolor haber vuelto a Dios. Detrás de cada prueba está la voluntad de Dios y es normal que, mientras atravesamos esa pena, no podemos ver su utilidad, sino con el pasar del tiempo. ¡Tenemos muchísimos ejemplos de ello!
(Traducido de: Avva Efrem Filotheitul, Sfaturi duhovniceşti, traducere de Pr. Victor Manolache, Editura Egumeniţa, Alexandria, 2012, p. 5)