Dichosa el alma que admite ser indigna de Dios
Si por ser principiante no puedes sumergirte en el llanto y el silencio ante Dios, preséntale una sencilla oración, una plegaria por el perdón de tus pecados.
Si has alcanzado la contrición, llora como un niño ante Dios. Y si puedes, no le pidas nada; más bien confíate completamente a Él.
Debes entender y sentir que eres creación, y que Dios es el Creador. Entrégate, sin pensarlo dos veces, a la voluntad del Creador, preparado para aceptar Su voluntad y ser marcado por ella.
Y si por ser principiante no puedes sumergirte en el llanto y el silencio ante Dios, preséntale una sencilla oración, una plegaria por el perdón de tus pecados y la sanación de tus pasiones, esas terribles debilidades espirituales que brotan de los pecados cometidos voluntariamente y con frecuencia por un largo período.
¡Dichosa el alma que se reconoce indigna de Dios, que sabe que es pobre, miserable y pecadora! Esa alma se halla en el camino correcto a la salvación, y no será presa del engaño.
(Traducido de: Sfântul Ignatie Briancianinov, Despre înșelare, Galați, Editura Egumenița, 2010, p. 128)