Dios ama al que es humilde
La Gracia se otorga proporcionalmente al grado de humildad de la persona. Mientras más profunda sea la vasija de la humildad, mucha más Gracia podrá atesorar. A la perfecta humildad se llega únicamente descendiendo a lo profundo de la mansedumbre.
La Gracia se otorga proporcionalmente al grado de humildad de la persona. Mientras más profunda sea la vasija de la humildad, mucha más Gracia podrá atesorar. A la perfecta humildad se llega únicamente descendiendo a lo profundo de la mansedumbre. Todo esto nos lo explica el mismo Señor, cuando dice: “y si alguno de ustedes quiere ser el primero, que se haga el siervo de todos” (Mateo 20, 27).
Dios ama al que se esfuerza en alcanzar, al menos, el primer peldaño de la humildad. Pero, una recompensa mayor recibe quien se halla ya en el segundo escalón. Y es aún más agradable ante Sus ojos aquel que ha alcanzado el tercer nivel de la humildad, considerándose a sí mismo el último de todos y sometiéndose incluso a quienes son más pequeños que él.
(Traducido de: Arhimandrit Serafim Alexiev, Viaţa duhovnicească a creştinului ortodox, traducere din limba bulgară de Valentin-Petre Lică, Editura Predania, Bucureşti, 2010, p. 200)