Palabras de espiritualidad

Dios ayuda a otros, por medio nuestro

    • Foto: Bogdan Zamfirescu

      Foto: Bogdan Zamfirescu

No debemos pensar cómo ser útiles a los otros, porque no somos nosotros quien decide cómo servir a los demás, sino Dios al obrar en nosotros. Nosotros debemos prepararnos de tal forma que Dios pueda obrar con nosotros en donde quiera y cuando sepa que debemos hacerlo.

A lo largo de toda mi vida me he confesado con diferentes padres espirituales. La mayoría de ellos se han contentado con tan sólo escuchar mi confesión y darme algunos consejos generales. Sin embargo, algunos de ellos sí que me han ayudado verdaderamente.

Uno de ellos, quien me ayudara enormemente debido a la seriedad con que asumía mis problemas y a quien conocí cuando yo todavía era un escolar, fue el padre Justinian Dalea, en ese entonces confesor en el monasterio de monjas Timişeni, de Banat. Otro de ellos, caracterizado por su integridad seráfica y dotado de una capacidad para entender las limitaciones humanas, que recordaba a San Juan Crisóstomo —un confesor de corazón, es decir, uno para el que lo más importante era el corazón—, era el padre Serafim Popescu, quien me ganó completamente y quien fuera mi padre espiritual hasta su muerte.

Poco tiempo después de hacerme monje, me vino con insistencia un pensamiento: que en mi nueva situación, poco era lo que podía hacer por los demás. Yo ignoraba en ese entonces que, siendo monje, mis posibilidades de ser útil a los otros eran aún más grandes. El padre Serafim, al enterarse de mis pensamientos, me dijo simplemente,

“Aleja esos pensamientos, porque no somos nosotros quien decide cómo servir a los demás, sino Dios al obrar en nosotros. Tú lo que debes hacer es prepararte de tal forma que Dios pueda obrar contigo en donde quiera y cuando sepa que debes hacerlo.”

Fue un consejo verdaderamente útil y al que voy a aferrarme toda mi vida. Otra vez, cuando igualmente atravesaba cierta confusión, el padre Serafim respondió a mi inquietud, así: “Donde quiera que sientas que Dios es honrado, vete allí, porque no te equivocarás”. En otra ocasión, al confesarme con el padre Cleopa Ilie, éste me llamó la atención con su primera pregunta, sobre la importancia de cuidar nuestros pensamientos.

(Traducido de: Arhimandritul Teofil Părăian, Veniţi de luaţi bucurie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2001, p. 192)