Dios, la paz de mi alma
Cada uno de nosotros, por más insignificante que parezca, puede hacerse humilde y conocer al Señor por medio del Espíritu Santo.
¡Qué alegría para nosotros saber que el Señor no solamente nos perdona nuestros pecados, sino que también se da a conocer a nuestra alma, en tanto Él se hace humilde! Cada uno de nosotros, por más insignificante que parezca, puede hacerse humilde y conocer al Señor por medio del Espíritu Santo. Para conocer al Señor no se necesita tener bienes o dinero, sino solamente humildad. El Señor se nos ofrece como don solamente por Su inmensa misericordia. Antes no lo sabía, pero ahora, cada día, a cada hora y a cada minuto veo con claridad la piedad de Dios. El Señoe nos da Su paz incluso cuando dormimos, y sin Él no hay paz posible en nuestra alma. Debido al orgullo que hay en sus mentes, el Señor no se da a conocer a muchos, pero, a pesar de todo, esas personas creen que saben muchas cosas. Pero ¿qué significa ese conocimiento, si no conocen la Gracia del Espíritu Santo, si no saben cómo viene y por qué se pierde? Hagámonos humildes, hermanos, y el Señor nos revelará todo, tal como un padre amoroso les enseña todo a sus hijos.
(Traducido de: SFÂNTUL SILUAN ATHONITUL, Între iadul deznădejdii şi iadul smereniei, Editura Deisis, Sibiu, 2001, p. 66)