Dios no es solo nuestro Creador, sino también nuestro Padre
Dios, como Padre, es la misma esencia del amor, porque fue por amor a la humanidad que envió a Su Hijo Unigénito al mundo para que nos salvara a todos.
El Mensajero celestial de la Buena Nueva nos da testimonio de que Dios es Uno, en la eterna armonía del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, porque Dios no es solamente Creador, sino también Padre, es decir, el más querido y cercano pariente de todos aquellos que quieren ser Sus hijos. Y es que Dios, como Padre, es la misma esencia del amor, porque fue por amor a la humanidad que envió a Su Hijo Unigénito al mundo para que nos salvara a todos, sabedor de que el alma del hombre es mucho más valiosa que todo el mundo material existente. El Señor también nos da testimonio de que hay incontables legiones celestiales, y que esos seres de luz —algunas veces de forma visible, otras veces no, pero sin detenerse— actúan sobre las personas en el drama de este mundo. Que, después de morir, los justos refulgen como el sol en la eternidad. Que el Hijo de Dios descendió al mundo, para hacer de estos seres insignificantes verdaderos hijos de Dios, deificándolos, según el deseo y la piedad del Padre (Nos habla también) del justo Juicio de Dios. Y de la resurrección de los muertos y la vida eterna. Y también sobre otra gran cantidad de cosas, unas más felices que otras.
(Traducido de: Sfântul Nicolae Velimirovici, Suta de capete de la Liubostinia, Editura Sophia, București, 2009, p. 14)