Dios no pide lo imposible, sino un corazón puro y sincero
Del que está enfermo y es débil, el Buen Dios no pide ayuno, vigilia, postraciones y esfuerzos semejantes, para que pueda comulgar de los Santos Misterios; de la misma manera, del que es pobre no pretende ninguna caridad.
Nuestro Benévolo, Misericordioso, Generoso y Sabio Dios no pide de nadie lo que no puede cumplir. Así, del enfermo y débil, el Buen Dios no pide ayuno, vigilia, postraciones y esfuerzos semejantes, para que pueda comulgar de los Santos Misterios; de la misma manera, del que es pobre no pretende ninguna caridad, sino solamente tres cosas:
- Una confesión sincera y reconciliación con todos los demás;
- Humildad de corazón, con sencillez;
- Oración agradecida, siempre, aún en caso de enfermedad, sufrimiento, impotencia e incluso por la pobreza que atraviese.
Porque tanto la pobreza como la enfermedad hacen humilde el corazón del hombre: “Mi espíritu quebrantado a Dios ofreceré, pues no desdeña a un corazón contrito".
(Traducido de: Arhimandrit Cleopa Ilie, Îndrumări duhovniceşti pentru vremelnicie şi veşnicie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 274)