Debes creer que Dios te ama, aunque todos te den la espalda, aunque todos te abandonen. Cuando sientas que los demás no te aman y no te ayudan, recuerda: aunque todos se alejen de ti, siempre contarás con el auxilio de Dios. “Aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me recibirá” (Salmos 26, 16), dice el salmista.

Un monje cayó gravemente enfermo. Pasaron varias semanas y nadie vino a visitarle. Finalmente, Dios envió un ángel para que le sirviera. Pero, cuando al poco tiempo algunos monjes decidieron pasar a buscarlo, preocupados de que no le hubiera ocurrido algo, el anciano, viéndolos entrar, les ordenó: “¡Váyanse!”. Los otros le preguntaron: “¿Por qué nos echas?”. “Mientras ninguno de ustedes se acordaba de mí, y tampoco venían a visitarme, Dios envió un ángel para servirme. ¡Pero, al verlos a ustedes, el ángel desapareció! ¡Así que lo mejor es que se vayan, para que vuelva el ángel!”.

(Traducido de: Arhimandritul Athanasie, Egumenul Sfintei Mănăstiri Stavrovouni, Lumină lină și tainică în negura zilelor noastre. Starețul Gherman Stavrovouniotul, traducere de Mircea Ștefan, Editura Doxologia, Iași, 2016, p. 107)