¡Dios te libró del mal, hijo! ¡No lo olvides!
Anoche decidí cometer pecado con una persona que conozco. Pero, poco antes de pecar, no sé por qué, le dije: “Tengo la sensación de que en este momento alguien está orando por mí”.
Un hijo espiritual del stárets estaba enfrentando una fuerte lucha espiritual y se hallaba en peligro de pecar con otra persona. Al enterarse de ello, un amigo suyo le fue a hablar al stárets y le contó la situación de aquel joven, preocupado por la posibilidad de que terminara cediendo ante los arrebatos del cuerpo. Entonces, el stárets oró esa misma noche por él con gran fervor, pidiéndole a Dios que lo librara de la tentación. Al terminar de orar, casi automáticamente dirigió su mirada al reloj y constató que ya era hora de descansar un poco. Al amanecer del día siguiente, el stárets recibió una llamada que lo sorprendió. Era el muchacho por quien había orado antes de acostarse, quien le dijo:
—Padre, le confieso que anoche decidí cometer pecado con una persona que conozco. Pero, poco antes de pecar, no sé por qué, le dije: “Tengo la sensación de que en este momento alguien está orando por mí”. Esa persona, al escuchar mis palabras, entró en un estado como de posesión demoníaca, y empezó a gritar y a reñirme, y me echó de su casa. ¿Qué habrá sido todo eso, padre?
—¿A qué dices que hora sucedió lo que me acabas de contar? —le preguntó el padre Epifanio.
La respuesta del joven coincidía con la hora en que el padre había estado orando por él. Después de guardar silencio por unos instantes, el stárets dijo solamente esto:
—¡Dios te libró del mal, hijo! ¡No lo olvides!
(Traducido de: Arhimandritul Epifanie Teodoropulos, Crâmpeie de viaţă, Editura Evanghelismos, Bucureşti, 2003, pp. 124-125)