Palabras de espiritualidad

Dios, una presencia viva entre nosotros

  • Foto: Bogdan Zamfirescu

    Foto: Bogdan Zamfirescu

Vivir a Cristo por y para uno mismo, al margen de los demás, es experimentar la inadecuación del ser humano para la vida cristiana.

Hablando de la presencia de Dios en nuestro corazón, no significa que veamos a Dios, sino que es Dios quien nos ve. Esta es la actitud correcta: actuar en presencia de Dios, Quien nos observa.

En lo que respecta a los sueños, no puedo agregar nada a lo dicho por San Juan Clímaco. De acuerdo con los Padres de la Iglesia, lo mejor es no prestarles atención. Para hacernos creer en nuestras visiones, el enemigo puede crear sueños que luego se hacen realidad en nuestra vida diaria. Luego, lo mejor es estar muy atentos. Basta con una sola vez, e inmediatamente viene el engaño, trayendo consigo una multitud de peligros. Pero tenemos la palabra de Cristo y la de los Apóstoles, y con ellas nos es más que suficiente.

Es muy importante no buscar señales visibles de la voluntad divina, como, por ejemplo, el don de obrar milagros.

Vivir a Cristo por y para uno mismo, al margen de los demás, es experimentar la limitación del ser humano para la vida cristiana. Al contrario, ahí donde dos, tres, cuatro o más se reúnen con el mismo propósito, el poder de cada uno se multiplica infinitamente. La Escritura dice: “¡Ay del que esté solo!”. Dos, en cambio, se vuelven invencibles.

(Traducido de: Arhimandritul SofronieDin viață și din Duh, Editura Reîntregirea, Alba Iulia, 2014, p. 38)