El agradecimiento con Dios, una virtud rara pero fundamental
Si nos quejamos, no lograremos nada; pero, si le agradecemos a Dios, escucharemos Su dulcísima voz, diciendo: “Hijo, tus pecados te son perdonados. ¡Levántate y anda!”.
«Tu hija, A., te ha escrito que está enferma y que le agradece a Dios por ello. Esta es la virtud de una verdadera cristiana, cuyo maravilloso ejemplo nos enseña a nosotros, los pecadores, qué hacer cuando nos toque enfrentar la enfermedad. Si nos quejamos, no lograremos nada; pero, si le agradecemos a Dios, escucharemos Su dulcísima voz, diciendo: “Hijo, tus pecados te son perdonados. ¡Levántate y anda!”. Sobre tu enfermedad, de la que quieres sanar con la ayuda de ciertos medicamentos —cuyos nombres también mencionas—, tengo que decirte que nada de eso podría afectar tu salvación (si, además, te cuidas de pecar)».
(Traducido de: Filocalia de la Optina, traducere de Cristea Florentina, Editura Egumenița, Galați, 2009, pp. 76-77)