El alma que se alimenta diariamente con las Santas Escrituras…
El alma sembrada junto al manantial de las Divinas Escrituras, abrevándose en ellas, florece y se enriquece con frutos espirituales.
Debemos perseverar en la lectura de las Divinas Escrituras y pensar permanentemente en ellas, aunque la ira perturbe nuestro corazón, o los apetitos tienten nuestro cuerpo, o los malos pensamientos nos ataquen, o nuestra alma enfrente cualquier otra cosa perjudiciai. A aquel que lee las Escrituras y piensa en ellas noche y día, el profeta lo asemeja con un árbol sembrado donde brota el agua. Porque también el alma sembrada junto al manantial de las Divinas Escrituras, abrevándose en ellas, florece y se enriquece con frutos espirituales; así, acumulando en su interior el rocío del Espíritu Santo, extingue el fuego de las aflicciones exteriores y las pasiones interiores.
(Traducido de: Patericul Lavrei Sfântului Sava, Editura Egumenița, 2010, p. 43)