El amor al prójimo
Toda la Ley y todas las profecías se asientan en el amor a Dios y al prójimo (Mt. 22,40).
¿Qué puede ser más maravilloso, más agradable, que el amor al semejante?
Amar es una felicidad, odiar es un tormento.
Toda la Ley y todas las profecías se asientan en el amor a Dios y al prójimo (Mt. 22,40).
El amor al prójimo es el camino que nos lleva al amor a Dios, porque Cristo dispuso vestirse en misterio con los ropajes de nuestro semejante, y sabemos que en Cristo está Dios (1 Juan).
No creas, amado hermano, que el mandamiento del amor al prójimo ha sido siempre apreciado por nuestros decadentes corazones; tal mandamiento es algo espiritual, pero en nuestro corazón mandan el cuerpo y la sangre. El mandamiento es nuevo, pero nuestro corazón, viejo.
Nuestro natural amor fue dañado el pecado. Éste último debe ser eliminado —Cristo así nos lo ordena— para poder obtener, del Evangelio, el amor santo hacia el prójimo, el amor en Cristo. Las características del hombre deben ser renovadas, porque ninguna de ellas, antiguas, le son ya apropiadas.
(Traducido de: Sfântul Ignatie Briancianinov, Despre înșelare, Editura Egumenița, Galați, 2010, p. 137)