Palabras de espiritualidad

El amor del padre espiritual por su discípulo

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

El padre espiritual es el médico que conoce todas las enfermedades de su discípulo, la evolución de su alma, su devoción y su perseverante deseo de enmendarse.

Una vez finalizado el Sacramento de la Confesión y pronunciada la oración de absolución, no cesa el vínculo del sacerdote con el penitente, sino que, al contrario, ese vínculo que se ha formado persiste y se consolida. Desde ese momento, el sacerdote es el padre espiritual del discípulo y tiene el deber de criarlo espiritualmente y orar permanentemente por su evolución espiritual. El padre espiritual lo lleva consigo y responde por él ante Dios, en tanto el creyente siga acudiendo a él para confesarse.

Los consejos que el padre espiritual le da al penitente se atesoran a medida que este último crece espiritualmente. Confesarse libera al que está preso por el pecado. Ciertamente, el Sacramento de la Confesión hace de un esclavo del pecado, un hijo de la libertad, y los consejos que el sacerdote ofrece tienen el rol de mantener al penitente en ese estado de libertad e, implícitamente, en comunión con Dios.

Hay fieles que, agobiados por el peso de sus pecados, buscan al sacerdote para confesarse, pero después de eso evitan volver a hablar con él, por simple vergüenza. Es importante precisar que el sacerdote no guarda la imagen del que pecó, sino la del que se confesó y se enmendó. Por eso, el sacerdote tiene que mostrar un gran cuidado, afecto y cercanía con el fiel. Y tiene que poder demostrar que, si bien le resulta fácil acordarse de cualquier cosa, lo único que no recuerda son los pecados que le han sido confesados.

El fiel tiene que aprender a ver en su padre espiritual, no solamente a uno que predica y lo reprende, sino también a alguien que le ama. El padre espiritual ama con el amor de Cristo. Si el hijo espiritual porta la imagen moral de su confesor, este lleva consigo las debilidades del primero. El padre espiritual no es un depósito de perdón que se administra sin discernimiento. El padre espiritual perdona por amor, si ese amor es edificante, y también por amor puede amonestar, para edificar.

El padre espiritual tiene que ser el primer amigo de su hijo espiritual. La labor del sacerdote con el discípulo, después de la confesión, es el comienzo de la preparación de este último para una nueva confesión. El padre espiritual es el médico espiritual que conoce todas las enfermedades de su discípulo, la evolución de su alma, su devoción y su perseverante deseo de enmendarse.

(Traducido de: Pr. Prof. Dr. Viorel Sava, Taina Mărturisirii în riturile liturgice actuale, Editura Trinitas, 2004, pp. 124-128)