El amor es el cimiento de la perfección
El primer rasgo de quienes han alcanzado la perfección es el amor perfecto a Dios y a los demás, según las palabras: “Quien ama a Dios, ama también a su semejante” (I Juan 4, 21).
El amor perfecto a Dios es el fundamento de los que han alcanzado la perfección. Sin embargo, no es posible llegar a ese amor sino por medio de la purificación total de las pasiones y, sobre todo, con la oración pura. El primer rasgo de quienes han alcanzado la perfección es el amor perfecto a Dios y a los demás, según las palabras: “Quien ama a Dios, ama también a su semejante” (I Juan 4, 21).
Con la deificación (perfección), cesa la acción de la naturaleza humana y es reemplazada con la acción divina, mientras los atributos naturales son inundados por la gloria divina. El hombre espiritual se perfecciona en esta vida según sus capacidades humanas, y ante el infinito océano de la perfección de Dios, él se halla apenas al comienzo del camino a la plenitud, porque jamás podrá abarcar completamente lo insondable de la perfección.
(Traducido de: Arhimandritul Cleopa Ilie, Îndrumări duhovnicești pentru vremelnicie și veșnicie, Editura Teognost, Cluj-Napoca, 2004, p. 62)