El amor es la llave que abre todas las puertas humanas
El amor debe ser fuerte para con nuestros hermanos, sincero, sin falsedad. El amor se demuestra con nuestra paciencia y disposición a ayudarlos.
“Dios es amor y el que permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él”, dice con fuerza el apóstol del amor, San Juan el Evangelista (I Juan 4, 17).
El amor es la flor más bella de la corona de las virtudes. Es el color más fuerte del arcoiris del cielo evangélico. Es la perla más preciosa de la corona de la fe. Es la llave que abre todas las puertas humanas. Es el medicamento que sana todas las enfermedades del alma y del cuerpo, es la señal evangélica del Paraíso. .
El amor debe ser fuerte para con nuestros hermanos, sincero, sin falsedad. El amor se demuestra con nuestra paciencia y disposición a ayudarlos. Si amamos a Dios, hemos cumplido ya con toda la ley. El Señor dijo: “lo que le den al más insignificante de los hombres, a Mí me lo están dando...”
Ciertamente, gran cosa es ayudar a quien lo necesita, porque recibirás recompensa por ello, en los Cielos. ¡Y qué cosa tan grande es ayudar a otra alma, eterna e inmortal!
(Traducido de: Avva Efrem Filotheitul, Sfaturi duhovniceşti, traducere Pr. Victor Manolache, Editura Egumeniţa, Alexandria, 2012, pp. 53-54)