Debido a que al hombre que ha caído en (la pasión) de la codicia le resulta difícil vencerla (no digo que sea imposible, pero sí implica muchísimo trabajo), tenemos que hacer todo lo posible por librarnos de semejante mal. Porque es más fácil evitar ser esclavizado que, una vez sometido, tratar de recuperar la libertad.

La codicia más severa, que se atreve a todo con tal de obtener alguna ganancia, empuja al alma a la orilla del abismo del mal. Por eso, una vez la veamos cerca, tenemos que apartarla, porque, si dejamos que fortalezca, se hará invencible.

(Traducido de: Cum să biruim iubirea de arginți, Editura Sophia, București, 2013, p. 106)