El amor no es algo que “venga” por sí solo
Cuando no puedas dar, no te enfades y no envidies al otro, sino que aleja el pecado.
El amor no es algo que “venga” por sí solo. Te puedo ayudar con lo que sea, te puedo dar lo que quieras... pero el amor, no. La debilidad del hombre es clara y la lección también está clara. Yo puedo pedirle a Dios: “Señor, pon un poco de amor”, pero seguir estando vacío de amor. Y algunas veces la ofrenda no es posible, es decir, darle a Dios o al otro mi amor (porque no tengo de dónde). Es entonces cuando el sacrificio se hace posible. Lo hago como un sacrificio y no como una ofrenda. Entendamos que esta libertad de la persona es respetada. Y si a Dios no le hubiera interesado el modo en que Caín le presentó su ofrenda, sin amor, no le hubiera preguntado por qué parecía tan apesadumbrado. Pero quería ver qué había en el corazón de Caín. Aprendámoslo también nosotros: cuando no puedas dar, no te enfades y no envidies al otro, sino que aleja el pecado: “¡El pecado llama a la puerta y quiere destruirte, pero véncelo tú!”.
El hombre cae en pecado porque no puede resistir las emociones, las vulnerabilidades. Esto lo heredamos de Adán y Eva, la vulnerabilidad, no la culpa. Pero Dios dice: “Tú puedes vencer el pecado”, con estos sentidos, con estos estados. No creamos que los justos no experimentaron estas situaciones. Pero, o no las atendieron, o se arrepintieron. Cuando leemos el salterio encontramos un verdadero manantial de abundancia emocional y espiritual del hombre, y gustamos del poder con que Dios sale a nuestro encuentro en nuestras debilidades. ¡Aprendamos, pues, a recibirlo de la forma debida!
(Traducido de: Monahia Siluana Vlad, Uimiri, rostiri, pecetluiri, Editura Doxologia, 34-35)