El amor, sin Cristo, pierde pronto su lozanía
La novia que, virgen, entra a la iglesia para casarse, permanece pura toda su vida —aún después de ser madre— y el novio también; desde luego, sólo si están y se mantienen en Cristo.
El amor, sin Cristo, no tiene ningún sabor. Aún más, el amor así se consume rápidamente, perdiéndose la alegría de vivir cada día junto al otro. No tiene ya sabor, porque le falta Cristo. Pero si tiene a Dios, entonces se mantiene fresco y no hay riesgo de traspiés... La novia que, virgen, entra a la iglesia para casarse, permanece pura toda su vida —aún después de ser madre— y el novio también; desde luego, sólo si están y se mantienen en Cristo. No es posible concebir algo sin Dios.
Queridos míos, el placer es una consecuencia, no un fin en sí mismo. Yo como para nutrirme, no porque la comida es gustosa. Si es dulce, está bien, pero no es eso lo importante, su razón de ser. ¡El placer no es sino un incidente que te estimula a la procreación, para perpetuar la especie!
(Traducido de: Părintele Arsenie Papacioc, Despre armonia căsătoriei, ediţie îngrijită de Ieromonah Benedict Stancu, Editura Elena, Constanţa, 2013, pp. 10-11)