El amor te asemeja a Dios
Asemejándote a Dios, llegas a conocerlo a Él y Su Providencia.
El amor te asemeja a Dios, que es Amor. Y, asemejándote a Dios, llegas a conocerlo a Él y Su Providencia. De aquí brotan la paciencia y la esperanza. Una persona que ha llegado a este punto, no sólo no se perturba inútilmente con los pecados de los demás, sino que ve a todos como si fueran santos, sabiendo que Dios puede cambiar todo con Su gracia, si no ahora mismo, en el futuro.
El que ama no reprende a los demás, ni piensa que él sólo puede salvarlos: sabe que esto es atributo de Dios, no suyo. Ora por todo el mundo y se considera el más pecador de todos. Es severo consigo mismo, pero indulgente con los demás. Así es como avanza y se fortalece en la virtud y el amor.
(Traducido de: Părintele Selafiil, Dragostea care nu cade niciodată, Editura Marineasa, Timișoara, 2001, p. 13)