El arma de tus manos en oración
Cuando el hombre ora a conciencia, no deja que sus pensamientos se pierdan, porque también entiende quién es él, ante Quién está y con Quién está hablando.
En vez de utilizarlas para sostener un arco, extiende tus manos en oración, como está escrito “... mis brazos para tensar arco de bronce” (Salmos 17, 37). Porque un verdadero arco de bronce (para luchar) contra los enemigos son las manos extendidas en oración fervorosa, y ésta es una flecha arrojada certeramente por ese arco correctamente tenso. Si permites que tu pensamiento se desvíe, te estarás pareciendo a uno que sostiene en sus manos el arco, pero desconoce cómo lanzar la flecha a su adversario, fallando siempre en su intento de alcanzarlo. ¿Cómo podría asustar a tu enemigo el arco que tienes en tus manos, si no sabes lanzarle las flechas? Al contrario, cuando el hombre ora a conciencia, no deja que sus pensamientos se pierdan, porque también entiende quién es él, ante Quién está y con Quién está hablando. Es entonces cuando su oración se acerca a Dios y el enemigo sufre terriblemente, al ser alcanzado en el corazón por las flechas que le lanzamos.
(Traducido de: Sf. Efrem Sirul, Despre rugăciune și trezvie în învățăturile Sfinților Părinți, Editura Egumenița, p. 151-152)