Palabras de espiritualidad

El arrepentimiento es descanso para quienes han perdido la esperanza

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

La contrición es absolución de los pecados y purificación de toda mancha. Es la madre de la salvación, rechazo al demonio, disipación de las iniquidades..

Debemos evitar pecar, con todas nuestras fuerzas. Y si pecáramos, debemos arrepentirnos inmediatamente, para no hacernos esclavos del pecado: “Si ya es terrible pecar”, dice San Basilio el Grande, “¿no es peor permanecer en el pecado?”. Y San Juan Crisóstomo: “Porque lo atroz no es caer, sino caer y no levantarse, como el que voluntariamente actúa mal y se entretiene con pensamientos de desesperanza, para esconder la debilidad de su libre elección”. Y, otra vez: “Pecar es, quizás, humano, pero permanecer en el pecado no es ya algo humano, sino diabólico”. “Por medio del arrepentimiento, Cristo nos conduce al Reino de los Cielos.”

El arrepentimiento nos otorga el Reino de los Cielos, la entrada al Paraíso y la alegría del gozo celestial. Es absolución de los pecados y purificación de toda mancha. Es la madre de la salvación, rechazo al demonio, disipación de las iniquidades... Es descanso y consuelo para los que han perdido la esperanza. El arrepentimiento es el médico de toda enfermedad espiritual y física. Es un medicamento redentor.”

También en la “Homilía sobre el arrepentimiento”, dice: “El doctor es celestial, otorgando una fuerza milagrosa a quienes cumplen con los mandamientos”. Y en la cuarta homilía sobre el arrepentimiento, dice: “La contrición es [...] remedio para las faltas, desvanecimiento de las manchas, lienzo que seca las lágrimas, determinación ante Dios, arma en contra del maligno, espada que le corta la cabeza, esperanza de salvación, destrucción de la desesperanza”.

San Juan Crisóstomo dice: “ El tiempo para arrepentirnos se termina cuando partimos de esta vida”. “Una vez partimos, es ya imposible comprar aceite y recibir el perdón con nuestras oraciones.”

San Basilio el Grande dice: “Este es el momento propicio, hoy es el día de la salvación. Hoy es el tiempo para arrepentirnos; mañana, para ser recompensados. Este es el tiempo de trabajar; el otro será el de recibir nuestra paga. Este es el tiempo de la paciencia; el otro será el del consuelo”.

San Juan Damasceno dice: “Después de la caída, los ángeles no pueden ya arrepentirse, como tampoco pueden los hombres hacerlo después de morir”.

Y, en su “Quinta Homilía”, San Juan Crisóstomo dice: “Después de morir no podemos ya comerciar. No es posible, después del cierre, que alguien más sea coronado en el teatro. Este es el tiempo del arrepentimiento, que el otro será el del Juicio. Este es el tiempo de luchar, que el otro será el de ser coronados. Este es el tiempo del sacrificio, que el otro será el del descanso. Este es el tiempo del esfuerzo; el otro, el de la recompensa”.

El gran Basilio, llamándonos al arrepentimiento, dice: “Si un médico te jurara que puede hacerte volver a la juventud, ¿rechazarías su propuesta? ¿Y si el arrepentimiento te promete hacer florecer nuevamente tu alma, tan marchita y sucia, lo despreciarías? ¿Acaso no te interesa conocer qué milagro tan grande es la contrición? ¿Cómo es posible que el hombre vuelva a nacer, sin brotar de un vientre materno? ¿Cómo es posible que uno que antes estaba lleno de manchas y arrugas, florezca nuevamente y vuelva a la juventud y su esplendor?”.

(Traducido de: Sfântul Nectarie de Eghina, Studii despre Biserică, despre Tradiție, despre dumnezeieștile Taine și despre slujirea în Duh și adevăr, Editura Doxologia, 2016)



 

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