Palabras de espiritualidad

El auxilio de San Espiridón para vencer la epidemia de cólera

  • Foto. Silviu Cluci

    Foto. Silviu Cluci

“… Aún no se sabe cómo fue que la enfermedad fracasó en su acción devastadora, aunque seguramente se debe al auxilio divino que cediera tan rápidamente”.  

En 1855, un nuevo peligro vino a cernirse sobre la isla de Corfú. Para el mes de octubre de ese año, Europa era asolada por el cólera, al igual que Corfú. El primer caso apareció en los suburbios de Mandouki. Un gran temor inundó a los habitantes, quienes corrieron a implorar con lágrimas el auxilio de San Espiridón, su protector. Y nuevamente San Espiridón salvó a su pueblo. Los casos de cólera comenzaron a disminuir, al igual que los decesos causados por dicho mal.

Vale la pena mencionar que, en el comunicado de la comisión instituida especialmente para hacer frente a la enfermedad, con fecha de 16 de enero de 1856 y firmado por el británico A. I. Young, se consigna que “aún no se sabe cómo fue que la enfermedad fracasó en su acción devastadora, aunque seguramente se debe al auxilio divino que cediera tan rápidamente”.  

En la procesión del primer domingo de noviembre [1] de ese año, el pueblo entero oró de rodillas junto con los miembros del clero, llenando la atmósfera del lugar de una emocionante unidad. Al poco tiempo, los casos fueron disminuyendo todavía más, y para el 11 de diciembre ya se podía asegurar que la enfermedad había desaparecido totalmente. El entonces Arzobispo de Corfú, Athanasios Politis (1848-1870), presentó su gratitud al Altísimo, misma que fue elevada desde todas las iglesias y parroquias, en medio de un júbilo general.

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[1] Otra festividad solemne que incluye una procesión con las reliquias, en memoria del milagro realizado por el santo en 1673, cuando libró de la peste a toda la isla.