El canon de penitencia no es un castigo por nuestros pecados, sino un tratamiento
Los vicios que hemos cultivado durante años deben ser extraídos con lágrimas y trabajo, como parte de un esfuerzo consciente y serio. En caso contrario, la sanación de la persona y su vida religiosa no son más que ilusiones, mientras que el dolor (enfermedad, desasosiego) permanece sin ser tratado.
El canon, entonces, no es un castigo por nuestros pecados, sino un tratamiento que debemos asumir, si queremos sanarnos y salvarlos.
Quien haya pecado continuamente durante años y quiera comulgar inmediatamente, considerándose digno de ello, sufrirá mucho, si es que el confesor no le ayuda a limpiar sus pensamientos y a eliminar, despacito, el orgullo y la desvergüenza (tan dañinos para el alma), por medio de un canon adecuado, con sus consejos, reprimendas y estímulos. Los vicios que hemos cultivado durante años deben ser extraídos con lágrimas y trabajo, como parte de un esfuerzo consciente y serio. En caso contrario, la sanación de la persona y su vida religiosa no son más que ilusiones, mientras que el dolor (enfermedad, desasosiego) permanece sin ser tratado
(Traducido de: Ieromonah Adrian Făgeţeanu, Ieromonah Mihail Stanciu, De ce caută omul contemporan semne, minuni şi vindecări paranormale? Un răspuns ortodox, Editura Sophia, Bucureşti, 2004, pp. 45-46)