El consejo de San Antonio el Grande para no perdernos la salvación
Al levantarnos por la mañana, no pensemos que viviremos hasta el ocaso. Y, al irnos a dormir, pensemos que no nos despertaremos más.
Dijo San Antonio a sus discípulos: «Para no desanimarnos y no debilitarnos en nuestros trabajos espirituales, es buen pensar siempre en aquellas palabras del Apóstol: “Cada día me enfrento con la muerte” (I Corintios 15, 31). Porque, si aprendemos a vivir como si cada día fuéramos a morir, dejaríamos de pecar. Y esto se pone en práctica así: al levantarnos por la mañana, no pensemos que viviremos hasta el ocaso. Y, al irnos a dormir, pensemos que no nos despertaremos más. Porque, por naturaleza, nuestra vida es insondable (oculta, misteriosa, incierta), dependiente cada día de la Providencia.
Con esto, no solo no pecaremos más, sino que también perderemos cualquier deseo terrenal, ni volveremos a ser presa de la ira hacia nuestros hermanos, ni buscaremos acumular cosas materiales, porque, si esperamos la muerte con cada día que viene, no nos interesarán las riquezas y perdonaremos todo a nuestros semejantes. Diré más: ni siquiera nos tentarán más los apetitos carnales y los placeres de cualquier otra clase, porque lo único que nos importará será dejar todo eso atrás, viendo que nos espera el Día del Juicio. Y es que la fuerza del temor a los tormentos eternos disipa el gusto por los placeres y alza nuevamente al alma que había caído en pecado».
(Traducido de: Everghetinosul, vol. 1-2, traducere de Ștefan Voronca, Editura Egumenița, Galați, 2009, p. 37)