Palabras de espiritualidad

El corazón de una Madre que siempre está abierto para sus hijos

  • Foto: Catalina Mocanescu

    Foto: Catalina Mocanescu

Ella está siempre dispuesta a darnos su auxilio, aliviando nuestro sufrimiento, llenando de consuelo el dolor de nuestra alma y abriéndonos sus brazos maternos para ofrecernos su paz, su aliento, su apoyo y su coraje.

La Madre del Señor se halla a la diestra de su Hijo; ante ella, que es más venerada que los querubines e infinitamente más glorificada que los serafines, se postran todos los arcángeles y ángeles del Cielo. Y, aquí en la tierra, todos los cristianos del mundo le rinden honra. En verdad, ella está siempre con nosotros, en donde quiera que estemos y sin importar cómo vivamos. Ella está siempre dispuesta a darnos su auxilio, aliviando nuestro sufrimiento, llenando de consuelo el dolor de nuestra alma y abriéndonos sus brazos maternos para ofrecernos su paz, su aliento, su apoyo y su coraje.

En su corazón de madre no cabe un “no” para nuestras peticiones… ¡Ninguna oración queda sin ser atendida por ella! Aún más: como una amorosa madre, corre pronto a donde están sus hijos, cuando estos sufren o se hallan en peligro. Y, como Madre del Dios Altísimo, tiene el don y el poder necesarios para ayudarnos.

(Traducido de: Arhimandritul Chiril Pavlov, Lauda Maicii Domnului, Editura Egumenița, Galați, 2012, p. 6)