El corazón del hombre es un fuerte asediado por dos invasores
Frente al libre albedrío del hombre se detiene Dios, así como también lo hace el maligno. Depende de la voluntad de la persona el abrir la fortificación de su corazón al Señor Jesucristo, o al astuto.
El corazón del hombre y su libre albedrío son como un fuerte asediado por dos “invasores”: Cristo y el diablo.
Sin embargo, esta ciudadela no puede ser sometida a la fuerza. El Señor podría hacerlo, pero no quiere, porque, en tal caso, el hombre estaría recibiendo una salvación forzosa. El maligno quisiera conquistarlo también a la fuerza, pero no puede.
Para alcanzar el objetivo final, entonces, cada uno de esos dos “invasores” tiene sus propios medios y armas. El Señor Jesucristo tiene todo lo que es bueno, mientras que el diablo tiene lo demás. La libertad de elegir, de la que goza el individuo es, en este caso, esa fortaleza cuidadosamente sellada.
Frente al libre albedrío del hombre se detiene Dios, así como también lo hace el maligno. Depende de la voluntad de la persona el abrir la fortificación de su corazón al Señor Jesucristo o al astuto.
(Traducido de: Preot Iosif Trifa, Oglinda inimii omului, Editura Oastea Domnului, Sibiu, 2009, p. 17)