Palabras de espiritualidad

El cuerpo, instrumento del alma

  • Foto: Oana Nechifor

    Foto: Oana Nechifor

Translation and adaptation:

El hombre, creación de las manos de Dios, llamado a ser testigo de la gloria y el poder de su Creador, no puede ser un ser mortal, ni con el cuerpo ni con el alma. Dios no creó nada pensando que Su obra sería destruida.

El hombre, creación de las manos de Dios, llamado a ser testigo de la gloria y el poder de su Creador, no puede ser un ser mortal, ni con el cuerpo ni con el alma. Dios no creó nada pensando que Su obra sería destruida. El alma y el cuerpo son obras de Dios, y, en consecuencia, inmortales.

El alma, al separarse del cuerpo, pasa a al mundo espiritual, en tanto que el cuerpo regresa a la tierra. El hombre, puesto entre el mundo espiritual y el mundo material, el mundo invisible y el mundo visible, vive y actúa tanto en uno como en el otro: con su cuerpo, en este mundo, en el Cielo o el infierno.

El vínculo que une el alma con el cuerpo es tan fuerte, tan resistente, y su influencia recíproca es tan sólida, que toda la acción del alma en este mundo buscando la verdad, lo bello y lo excelso, es constantemente impedida y debilitada por el cuerpo mismo: “El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil (Mateo 26, 41), dice Cristo. No era así en los orígenes del hombre, porque entonces todo era perfecto, y no existía discordancia entre cuerpo y alma. El cuerpo debía ser, como en realidad lo es, el instrumento del alma invisible y divina, de sus poderes, de sus admirables acciones.

(Traducido de: Părintele MitrofanViața repausaților noștri și viața noastră după moarte, Editura Credința strămoșească, Petru Vodă – Neamț, 2010, pp. 328-329)